viernes, 4 de enero de 2013

La vida de Pi

La Vida de Pi
Un adolescente indio, Piscine Molitor Patel (llamado Pi), que practica a la vez el cristianismo, el hinduismo y el islamismo, marcha con su familia a Canadá en el barco en que se traslada el zoológico que tenían en la India y que han vendido a unos canadienses. El barco naufraga y él se pone a salvo en un bote salvavidas unido a una balsa, junto a una cebra, un orangután, una hiena y un tigre de bengala llamado Richard Parker. La hiena se come a la cebra, y hace lo mismo poco después con el orangután. Entonces Richard Parker mata a la hiena. Pi piensa cómo deshacerse del tigre pero no había forma de quitarselo de encima. No puede echarle al agua porque sabe que los tigres nadan. Tampoco puede matarlo por hambre y sed, porque sabe que beben agua salada y puede sacar fuerzas como para lanzarse a por él. Decide entonces que solo puede cuidarlo, alimentarlo, utilizar un silbato para que no se le acerque, como si fuese un domador del circo,  y marcar su territorio con pis y vómitos. Pi come de las raciones de supervivencia con que cuenta el bote y con el poco pescado que puede pescar para él. Pasan los días y el animal, aún sin dejar de ser un problema, se convierte en su compañero de supervivencia. Los días y las semanas pasan, las raciones de superviviencia se agotan y tanto Pi como Richard Parker se ponen muy flacos, con quemaduras por el sol y tienen visiones. El bote se acerca a un petrolero, que casi les vuelca, aunque ninguno de sus tripulantes le ve. Más tarde, el bote llega a una isla desierta y Pi y el tigre se alimentan de roedores que viven en él. Pero por la noche el agua y las plantas se vuelven corrosivas y carnívoras y tienen que volver al bote. Finalmente, después de doscientos veinte y siete días, el bote llega a las costas de México y en cuanto pisan la playa, el tigre sale corriendo y se adentra en la selva. De nuevo en tierra firme, los propietarios del barco naufragado mandan a unos expertos para que Pi les cuente su historia, pero les resulta tan surrealista que prefieren creer su invento de que compartió el bote con otras personas, como el cocinero del barco, quien habría mutilado a un marinero sólo para usar su pierna como cebo y Pi tuvo que matarle para que no le matara a él. Pi se hace mayor, tiene familia e hijos y le cuenta esta historia a un joven escritor.

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